Nunca tuve un plan B.
Aquellos dibujos adolescentes claramente me empujaban hacia la arquitectura. Se convirtieron en un camino sin retorno y contra los elementos. No fue fácil aquella lucha contra titanes, pero mereció la pena.
Arquitectura o Arquitectura. Nunca tuve un plan B.
Siempre fui creativa. Todo fluía en mi cabeza en un ir y venir de ideas que buscaban la salida, para materializarse en algo real, con alma y corazón.
Siempre quise huir de lo preestablecido y de lo impuesto, y la Arquitectura me dio esa oportunidad de hacer cosas diferentes. Creo que fue entonces cuando me hice «sastre» de los espacios.
Sastre que trabaja cada proyecto como un tejido virgen en mis manos, como un papel en blanco sobre el que boceto un «patrón» a la medida de las personas que confían en mí. Por eso mi prioridad es que sientas que esta casa es tuya, a tu medida.
Todo un reto y una responsabilidad donde tampoco hay un plan B, porque sobre mis manos se deposita el tiempo y los ahorros de toda una vida. También el bien más preciado que todos tenemos, nuestro hogar.
Entiendo la Arquitectura como fiel reflejo de quiénes habitan en ella. Estética, espacios, confort, bienestar, vida, salud, felicidad, emociones… No es casualidad, sino que todo ello se convierte en un bloque sólido desde donde yo cimento cada detalle, y me dejo la piel para estar a la altura que merece tu confianza.